domingo, 9 de mayo de 2010

Valores indígenas, valores universales

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal


La cosmovisión de los pueblos indígenas permitió desarrollarse y mantener el equilibrio que permitía a la naturaleza dotarles de lo necesario y regenerarse del daño ocasionado al tomar esos recursos. Hoy en día, algunos sociólogos establecen que de ocurrir una catástrofe climática mayor, esta visión de las culturas indígenas los convertiría en únicos sobrevivientes.

Quizá no es necesario esperar a tal extremo para decidirnos aprender de ellos. La cultura totonaca es un ejemplo de sobrevivencia al cambio. La urbanización del cantón de Papantla, que hace 100 años se convirtió en ciudad, no significó una desaparición considerable de muchas de sus manifestaciones y valores culturales. Al contrario, estas permanecen hasta nuestros días, con algunas variables por supuesto.

Un ejemplo significativo lo es el ritual del volador. No es fortuito que en Papantla haya prosperado, a diferencia de lugares como los grupos de danzantes del estado de San Luis Potosí o del municipio de Joyabaj, en Guatemala, donde corren el riesgo de desaparecer.

Los voladores en Papantla encontraron en la combinación de la danza milenaria con la proyección turística la mejor forma de preservarla, pero al mismo tiempo arriesgaron el ritual y todo su significado, de raíces profundas llenas de historia, religión y el cambio de los ciclos de cada pueblo.

Por años, muchos voladores se formaron solo para aprenderse los sones previos al vuelo, que es la parte final del ritual, la más vistosa, la que genera mayor interés del público, la que se puede convertir en espectáculo, y olvidaron el significado del ritual que inicia en el monte, ante el Kiwikolo.

La música también tuvo sus perdidas, pues varios sones fueron desapareciendo porque se dejaban de tocar y después morían los únicos indígenas que los ejecutaban. A esto se le sumó la tala de los bosques donde crecía el palo de volador, hoy casi extinto en la zona. Se cambiaron los árboles por postes de metal, por lo que se eliminaba otro elemento del rito.

Eso preocupaba a la comunidad de voladores que decidió organizarse, no solo para convenir contratos y llevar el espectáculo a otros estados o fuera del país, sino para enseñar a las nuevas generaciones y se crea la Escuela de Niños Voladores que hoy opera en las instalaciones del Parque Temático Takilhsukut.

Existe demasiados elementos de valor dentro del ritual de los voladores: el respeto por la naturaleza y toda la creación, que incluye al hombre mismo; el trabajo comunitario, la solidaridad y la tolerancia. Bien lo comentó el coordinador cultural de la Dirección de la UNESCO en México, Ciro Caraballo: “la posibilidad de asumir el riesgo juntos con responsabilidad compartida, ojala fueran –los voladores- el lema del estado (de Veracruz), por esa capacidad de coordinar, porque el éxito de uno es el éxito de todos”.

Este lunes 15 de marzo inició el Tercer Encuentro Mundial de Voladores, el primero que se realiza después de la declaratoria de Patrimonio Intangible de la Humanidad, y para el representante de la UNESCO “lo mas importante de esta declaratoria es abrir espacio para la tolerancia, para la valoración de las manifestaciones culturales de todos y actúen dentro de las comunidades como elementos de empoderamiento y de autoestima y de desarrollo; lo primero que la comunidad puede hacer es sentirse orgulloso y capaz”.

Y así se sintió al presenciar a tantos grupos de voladores en la ceremonia de agradecimiento dentro de la zona arqueológica de El Tajín, donde había un orgullo y una alegría por compartir un logro entre los hermanos voladores, sin importar las diferencias en el lenguaje, indumentaria, música y formas de realizar la danza.

Si una comunidad, la de los voladores, pudo aprender, todos deberíamos tomar su ejemplo.
Comentarios, quejas y sugerencias, poner aquí:
(Publicado el 15 de marzo de 2010)

No hay comentarios:

A mi me gusta la Zona