Zona de Tolerancia
Por Rodrigo Vidal
El próximo domingo llegó la hora de votar. El escenario político en Veracruz nunca antes había sido tan incierto. Aún así, el 4 de julio será el momento de la verdad para los ciudadanos que acudiremos ante las urnas y cuando estemos frente a frente con la boleta electoral sabremos si votar o vetar.
Votar por los candidatos –a gobernador, diputado local y alcalde-, que con todo y las deficiencias en el desarrollo de las campañas, faltos de propuestas, llenos de descalificaciones, frases hechas, descomposición de canciones, poco conocimiento de los problemas de Veracruz y su gente, decálogos repetidos, lograron convencer al electorado; o vetarlos por las mismas razones.
Como llaman algunos políticos de escasa vergüenza, es el “día del ciudadano”, como si los ciudadanos sólo tuviéramos permitido ese día expresar nuestra voluntad. ¡Vaya descaro!
Pero sin importar esta percepción, cualquiera que sea la decisión que cada uno de ustedes, amables lectores y lectoras, el voto debió pasar por un proceso de reflexión y no coerción como aún lo pretenden hacer algunos partidos políticos.
Por esa razón ese voto, su voto, tiene más valor.
Insistiré que se trata de un ejercicio democrático que nos han querido vender como la máxima expresión de la democracia en México, y nada más alejado que eso. Si bien mediante la elección tenemos la posibilidad de votar por aquel que gobernará y representará a las instituciones de Veracruz por seis y tres años, según el cargo, como ciudadanos tenemos obligación de “echarles una mano” en tan arduo trabajo, pues algunos se inauguran como funcionarios y nosotros ya tenemos experiencia en malos gobiernos.
No dejaré de insistir en la obligación que tienen las autoridades estatales y municipales, a la rendición de cuentas, por eso no seamos ciudadanos de un solo día, que participemos en la elección y nos encerremos en nuestra indiferencia el resto del sexenio.
El voto es un arma, pero insuficiente para asegurar que con ello ejercemos nuestra democracia, si se trata sólo de una participación cada tres años, o seis.
Es la hora de votar y hay que hacerlo, pues es la opción inmediata que tenemos para expresar nuestra voluntad, pero no la única, y de ahí viene el siguiente paso, el de la movilidad social para obligar que cumplan sus promesas de campaña y con la propia agenda ciudadana.
Este domingo 4 de julio es hora de votar, pero después de las elecciones, llegó el momento de continuar la lucha por una verdadera democracia en Veracruz y una auténtica representación popular en el Congreso local, y no de quedarnos sentados, conformes, con haber entregado “nuestro poder” de decisión a un grupo de alcaldes, diputados y un gobernador, que ven el estado como un botín para compartir con sus amigos, y no como una tierra de desarrollo y oportunidades para todos.
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