jueves, 1 de julio de 2010

Exclusión educativa por discapacidad

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal


La educación formal para las personas con discapacidad resulta ser el gran pendiente con ese sector de la población. Las oportunidades para que una persona con problemas motrices, invidente o con deficiencias mentales tenga acceso a la educación se reducen, por un lado porque son pocas las escuelas que reúnen las condiciones para incluirlos y por el otro, suelen ser caras.

Si hablamos de la educación pública, todavía hoy, pese a que la Ley lo establece, se construyen edificios escolares sin considerar a la población discapacitada. Pero a lo mejor lo más difícil no está en la infraestructura, sino en el recurso humano.

La formación de maestros para tratar a alumnos con discapacidad, deja mucho que desear. A lo largo del estado de Veracruz se recopilan casos de intolerancia por parte de directivos y maestros de escuelas en contra de niños con alguna discapacidad.

La ignorancia y la falta de formación para enseñar a menores con limitaciones físicas o mentales, la demuestran los maestros con rechazo y exclusión. Es más fácil zafarse del esfuerzo (que en la mayoría llaman “problema”), que enfrentarlo con actualización y una pedagogía incluyente.

Un caso significativo, que no el único, ocurrió en Poza Rica con la niña Mía Alejandra Castillo Espinoza, a quien calificaron como la paciente número 1 para ser atendida en el Centro de Integración Infantil Teletón que se abrió en aquella ciudad del norte de Veracruz.

La niña que padece displacia campomélica, una malformación en ojos que le dejó ceguera total con glaucoma, y malformación en cadera y pies, no pudo ser atendida en el CRIT porque no la aceptaron en ninguna escuela de la ciudad, ya que los maestros “reconocían” que no estaban preparados para atender a un estudiante con esa discapacidad.

La niña debía entrar al tercer grado de preescolar. Su madre y ella viajaron desde Pachuca, Hidalgo, para radicar en Poza Rica, pero les negaron toda posibilidad ante la discriminación de los directivos de varias escuelas.

A todos nos debería doler que un niño no tenga la posibilidad de estudiar, o lo que es peor, que la tenga y se la nieguen por la incapacidad de los maestros. Insisto, es un caso que tuvo mayor difusión mediática por ser la “niña Teletón”, pero historias se pueden reunir en el centro y sur del estado.

Hay excepciones. Existen jóvenes más afortunados que logran enfrentar todos los retos de cursar primaria, secundaria, bachiller y llegar hasta la universidad. Pero en cualquiera de estos niveles escolares, además de la preocupación por sacar adelante los estudios, estos jóvenes tienen que sortear los obstáculos físicos que la infraestructura les genera.

La Universidad Veracruzana cuenta con el Programa Universitario para la Inclusión e Integración de Personas con Discapacidad (PIIP), que junto con la Red Universitaria de Estudios de Opinión (RUEO), realiza una encuesta para conocer la prevalencia y el tipo de discapacidad en los cinco campus.

De acuerdo con el comunicado de la UV, la información que se recabe del cuestionario servirá para “mejorar la toma de decisiones en materia de inclusión e integración de personas con discapacidad a la comunidad universitaria”.

El ejercicio tiene su mérito, pero más lo tendrán los resultados. Insistir en la realización del reglamento de la Ley para la Integración de Persona con Discapacidad, es una obligación de todos, y más el vigilar su aplicación.
Es urgente, por una educación para todos en Veracruz.

El piquero
La queja ciudadana del día es por el “chiquero” en el que se ha convertido el Centro Histórico de Xalapa a consecuencia de los cierres de campaña. La buena es que ya se acabaron (las campañas, no los basureros), la mala es que refleja una vez más la deficiencia en el servicio de Limpia Pública de la ciudad capital.

Se aceptan todos lo comentarios, quejas y sugerencias.

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