Zona de Tolerancia
Por Rodrigo Vidal
Las lluvias que se registran desde la semana pasada y que apenas dieron tregua de dos días en algunas regiones del estado, afectaron al menos a siete mil familias en varios municipios de la entidad.
El exceso de agua incomunicó comunidades, desbordó ríos, inundó casas, provocó deslaves en zonas altas y cerros, anegó caminos, afectó cosechas, ahuyentó al turismo y evidenció la indiferencia de autoridades de los tres niveles por generar infraestructura de protección a la población en muchos de los casos y por la indolencia de permitir y hasta fomentar la ubicación de familias completas en zonas de riesgo de manera informal, pero también formal, con permisos a fraccionadores irresponsables y avariciosos.
El agua deja al descubierto muchas de esas irregularidades que se cometen por la ambición y aprovechándose de la necesidad de la gente.
Las tragedias, que son miles, por lo menos una por cada familia, de estas lluvias que mantienen en estado de alerta el norte y sur de la entidad, se pudieron evitar de algún modo u otro.
Y como sé que algunos argumentarán en su defensa “esa colonia ya estaba desde hace 10 años o más” o “esta administración no autorizó los permisos, sino la pasada”, para lavarse la responsabilidad, les digo que como autoridades tiene la obligación de velar por la seguridad de quienes viven en esos sectores de riesgo, aún cuando llegaran en los tiempos de Matusalén.
Otros adelantarán que el saldo de las lluvias fue blanco, porque no hubo pérdidas humanas –lo cual obedece más a la cultura de la autoprotección que la gente ha tomado ante la resignación de saber que vive en una zona de peligro constante por inundación-, pero qué pasa con el patrimonio de los damnificados. A ver quien es el funcionario valiente que le dice a un padre de familia que perdió sus pertenencias en una inundación: “eso es una tragedia menor”.
La recuperación de regiones que enfrentan un desastre provocado por “la naturaleza” depende también de la capacidad de respuesta y voluntad de cada autoridad del la Federación, el Estado y los Municipios por atender a “su” pueblo en desgracia.
Ya no hay elecciones en puerta, ya no hay promesas por hacer, habrá que estar al pendiente de eso municipios afectados por las lluvias y ver qué tan rápido fluye la ayuda para su recuperación… aunque no hayan votado por el PRI.
Suavecito, suavecito
La Comisión Nacional de Derechos Humanos lanzó un comunicado donde “expresa su solidaridad con los defensores de derechos humanos” que han sufrido agresiones y además hace un llamado para “reforzar una red para influir en las políticas públicas sobre derechos fundamentales”.
Casi al año del inicio de la administración de Calderón, diversas organizaciones civiles de derechos humanos comenzaron a reportar un incremento en la persecución oficial, en la presión y la intimidación a la que sometían a los activistas, bajo el escudo de la guerra contra el crimen organizado.
A tres años de denuncias recurrentes, la CNDH no había emitido un pronunciamiento sobre los casos, hasta ayer y por cierto, demasiado tibio. Según el organismo “los defensores de derechos humanos enfrentan situaciones críticas de violencia, secuestro, tortura, detenciones arbitrarias e incluso pérdida de la vida”, y en este último caso tiene el registro de ocho homicidios de defensores civiles: uno en 2006, uno en 2007, dos en 2009 y cuatro en lo que va del presente año. Además de una defensora desaparecida desde el año pasado.
Como dicen en mi pueblo, pues “ya de perdis” se pronunció la CNDH, porque la estatal en Veracruz, como candil de la calle y oscuridad de su casa. Envíe sus comentarios, quejas y sugerencias y síganos en Twitter: @ZonaDtolerancia.
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