miércoles, 14 de julio de 2010

El precio del perdón

Zona de Tolerancia


Por Rodrigo Vidal

Sucedió en Xalapa, pero por respeto a la fuente omitiré nombres. Una mujer, anciana, murió hace más de un año, era muy religiosa y juro que no murió por eso. Ella rezaba a varios santos según el favor que pedía y era tal su fe que muchos favores fueron cumplidos, por lo tanto quedó “endeudada” con ellos.

Cuando veía cercana la muerte, cuentan los familiares que sólo tenía un pendiente muy grande, el morir sin cumplir todas sus mandas –una cosa tener deudas con Elektra y otras las deudas con lo divino, estarán de acuerdo amables lectores y lectoras-; así que decide pedirle a la más honesta y religiosa de sus sobrinas un favor: que cumpliera por ella las promesas hechas a no se qué cantidad de santos.

Para ello le deja a la sobrina cierta cantidad de dinero con el que podría cubrir el costo de las mandas. Hecho esto, que marcha en paz.

En el cabo de año, la sobrina entra en un dilema, pues por su edad avanzada cree difícil seguir con el cumplimiento de las promesas de la tía ante tantos santos –pues creo necesario señalar que ella debía visitar los santuarios de estos personajes en varias partes del país, recorrido que le llevaba por lo menos un mes-, así que pensó, junto con su familia, en una solución.

Entre la parentela cuenta con un sobrino sacerdote y una sobrina monja ¡Gloria Aleluya!, así que plantean el dilema, y los religiosos a su vez lo cuentan a sus superiores en el Obispado, donde, como una muestra de misericordia resuelven el caso para evitar el desgaste de la beata mujer.

En el Obispado deciden perdonarle todas las promesas a la tía (que ya llevaba un año de fallecida y con seguridad ya tenía negociado su asunto con San Pedro), a cambio, la sobrina debía entregar el dinero que dejó la difunta para sus santos. Así nomás.

No es novedad el abuso en el que autoridades religiosas incurren en contra de sus feligreses. De repente el rebaño de ovejas no se da cuenta que sigue a un lobo ambicioso y feroz que “trabaja” por su comodidad en este mundo a costa de la fe de los creyentes.

En pleno siglo XXI existen estos casos que atentan contra las personas y sus bienes, y que se difunden poco por la fe depositada en los sacerdotes, pastores, ministros, obispos y demás guías espirituales, y esto señores, a todas luces es un robo y si mi clase de catecismo no me falla, eso es pecado mortal en el mundo divino (en el terrenal es un delito del fuero común que se paga con cárcel).

La historia de la sobrina de la tía y sus deudas con los santos católicos, parece que terminará entregando el dinero a la Iglesia. Fin.

¡Otro atentado!
En la persecución oficial contra las mujeres que deciden sobre su propio cuerpo, el ala ultra conservadora le acaba de colgar otro “delito” que se suma al de la interrupción de un embarazo no deseado.

Ahora Luz María Ramírez Villalpando, presidenta del Instituto de las Mujeres en Guanajuato (un organismo que asemeja más al Santo Oficio o Inquisición, que a cualquier órgano defensor de los Derechos Humanos en el siglo XXI), dijo que las mujeres que se tatúan lo hacen porque carecen de valores.

“Son un ejemplo claro de la pérdida de valores en la sociedad”, así en estos términos lo dijo. Esta mujer ya tenía antecedentes de misoginia. En noviembre de 2008 se pronunció en contra del aborto hasta en los casos de violación, porque la mujer violada sencillamente “no tuvo suerte” y el producto de la violación “no tiene ninguna responsabilidad y tiene un origen natural”.

Da pánico saber que personas como ella se encuentran en instituciones que deberían velar por los derechos de las mujeres, tan pisoteados en México. Si tiene algo que contar, compártalo con los lectores de la Zona, envíe sus comentarios, quejas y sugerencias y síganos en Twitter: @ZonaDtolerancia.

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