miércoles, 13 de octubre de 2010

Viven los más pobres en zonas de riesgo

Los desastres natuales no existen: Álvarez Palacios

Rodrigo Vidal


Xalapa, Ver.- Los daños en infraestructura y la pérdida de vidas humanas en fenómenos naturales, como las recientes inundaciones, el paso del huracán Karl y la tormenta Matthew en Veracruz, son resultado directo de la acción del hombre, pues “los desastres naturales no existen”.

La violación recurrente a las leyes y reglamento en materia ambiental, de desarrollo urbano y uso de suelo, generan inequidad social –los pobres terminan viviendo en las zonas de riesgo-, y sobrevienen resultados como los que se presentan en ciudades y municipios de Veracruz, Tabasco y Chiapas, que son consecuencia de la tibieza o corrupción con la que autoridades toman dichas normas.

De acuerdo con José Luis Álvarez Palacios, investigador experto en Sustentabilidad y Procesos Ambientales, “los desastres naturales no existen, nosotros pusimos infraestructura y vidas en un lugar determinado y la lógica de los procesos naturales nos producen daños”.

Por ello considera urgente trabajar en la “construcción social del riesgo, que quiere decir que nosotros podemos calcular ese riesgo y gestionar” la toma de decisiones, “es decir, nosotros podemos saber con ciertas limitaciones pero con bastante aproximación, cómo se van dando los procesos naturales y calculando qué riesgos se está dispuestos a correr y eso va desde el cambio climático hasta cambio de uso de suelo”.

“Desastre natural es como si fuera una cosa mala, que nos ocurre sin saber nada” sobre el comportamiento de los fenómenos naturales. En ese sentido el investigador del Instituto de Ecología, Miguel Equihua Zamora, dice: “no basta que los gobiernos prevean los ‘desastres naturales’, por supuesto que es importante la regulación y que se haga cumplir la norma, pero quizá más importante es que la gente tengamos esa información y normemos nuestras acciones a través de esos conceptos”.

La toma de decisiones de manera informada es importante para saber dónde comprar o construir una casa, la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera, elegir el consumo de energía, “el contacto con esta información puede hacer que los ciudadanos nos involucremos y que no sea una sorpresa” la llegada de fenómenos naturales que afecten la vida humana.

Enfrentar el desafío, dijo, significa poner información al alcance de todos, “es un nuevo proceso para encontrar la manera de sortear las consecuencias del cambio climático”.

Pobreza o la fabricación del desastre

La manera en que los gobiernos violan las leyes sobre uso de suelo, desarrollo urbano y ecología, fomentan la especulación de los terrenos y las viviendas, incrementando con ello los costos, ha generado cinturones de miseria establecidos en zonas de riesgo, sobre todo alrededor de las ciudades.

Por ello, Equihua Zamora considera urgente que el Estado tome dos acciones para mitigar el impacto de fenómenos naturales sobre zonas pobladas: el primero es atender el problema de la pobreza porque “la gente paga con su vida” la exposición al riesgo, y será “solamente a través del empleo y el empleo depende de la educación”, y es educación el segundo paso que cierra el círculo.

"De todas maneras, desde el punto de vista del diseño del desarrollo urbano, se tendría que dejar en claro que no todos los terrenos que se ofertan en el mercado inmobiliario tienen que ser prime, se tiene que pensar en vivienda para todos, porque automáticamente a los que no tienen los mandas a zonas de riesgos”.

En materia de educación “necesitamos reglas claras y hacerlas cumplir, en todo, y en lo ambiental, tampoco debemos ver a lo ambiental como algo aparte, lo ambiental es nuestra vida”.

Resulta contradictorio que “casi todas las ciudades de México tienen leyes para regular el desarrollo urbano, el asunto es que nos cuesta trabajo hacerlas valer, por eso creo que una apuesta que tenemos que hacer es generar en la ciudadanía la capacidad de tomar sus decisiones a partir de información buena” y que tengan las facilidades para interpretarla.

Esta debe contrarrestar la propaganda sobre la oferta que existe de las inmobiliarias, “hay información de la oferta muy accesible, pero información sobre las consecuencias de comprar en esos lugares, no”, dijo Miguel Equihua.

Además, “sabemos por estudios que el tolerar y dejar que se desarrollen asentamientos por la ruta irregular cuesta entre dos y tres veces más que hacerlo a través de un desarrollo habitacional regular, así que no solamente estamos mandando a la gente a tener problemas sino que estamos pagando caro”.

Estos fenómenos de crecimiento irregular y de riesgo se observa en las ciudades, y se tienen documentado que la mitad de la humanidad en el mundo vive en ciudades, la otra mitad en ambientes rurales; “en Latinoamérica en lo general este porcentaje es del 70 por ciento urbano y el 30 por ciento rural, en México ya anda alrededor del 75 por ciento urbano, porque son los sitios seguros para el empleo pero están arriesgando su vida”.

Las grandes urbes “son de las tres grandes tendencias que se mencionan en la literatura de la globalización: la globalización de los mercados, el desarrollo de las mega urbes y las tecnologías de la información, son los tres grandes procesos asociados, que tienen toda la lógica de los mercados globalizados”.

Veracruz, sobre esponja

El caso del Puerto de Veracruz es un ejemplo del crecimiento desordenado, irresponsable y de riesgo. Los investigadores consideran que, con base a las características de crecimiento y del suelo del Puerto de Veracruz y los pronósticos sobre el cambio climático, no sólo el fraccionamiento Floresta debe ser deshabitado.

De acuerdo con un seguimiento satelital que el Inecol realizó del crecimiento de la mancha urbana de Veracruz desde 1973, pudo identificar los factores de riesgo para la población asentada en aquel municipio.

José Luis Álvarez Palacios, explicó que en 1973 se observa que la macha urbana se concentraba en un área muy pequeña del territorio del municipio, dejando libres gran extensión de humedales. Casi 20 años después, para 1990 comenzó a observarse el crecimiento hacia el norte y noreste de la ciudad, acercándose a zonas de riesgo.

“Nuevamente tenemos otro crecimiento en 2000, y ya se nota el crecimiento a la zona donde existían cuerpos de agua y las áreas verdes”, pero en los últimos 10 años, la imagen satelital muestra el crecimiento más importante de Veracruz.

“Comenzaron a rodear las zonas de ríos, las zonas de humedales casi se perdieron y comenzaron a crecer hacia el sur, se perdieron las dunas, el boom fue de 2000 a 2010 en el puerto de Veracruz”
Pero ese no es todo el riesgo en el Puerto de Veracruz. “Fue construido y establecido sobre una zona arrecifal, eso hace su suelo poroso y calcáreo, a la hora de comenzar a construir, es obviamente el material esponjoso que lo hace comprimirse más abajo del mar y los ríos”.

“Ahí hay dos procesos importantes, uno es la carga que se le pone al suelo y la otra tiene que ver con el fenómeno de la formación de las costas”, explica Miguel Equihua, “en las costas hay materiales que el mar recoge, si reduces la cantidad de material que el mar carga, es mayor el proceso de acarreo de lo que exista en las costas”, es decir, el mar toma todo los construido.

“Alteramos procesos de reconstrucción de la línea de costa, también pasa esto en todo el sistema de dunas, es un sistema de transporte, las dunas se forman por el acarreo de agua y de viento, pero nosotros construimos y fijamos las dunas detenido ese proceso y los procesos de erosión dominan sobre los procesos de construcción” y lo único que se logra es exponer las construcciones.

Un ejemplo claro son las costas de la zona hotelera y restaurantera de Tecolutla, “tragadas” por el mar. En ese sentido, advirtió que si existe voluntad de las autoridades por revertir las causas del cambio climático, es posible que en cinco años se note un cambio, “pero si no hay voluntad, no hay cambio”.

En ese sentido se debe pensar en decisiones que a la largan impliquen menos riesgo y costos sociales y económicos, como la reubicación de zonas habitadas. “Es un planteamiento que hemos hecho, ahorita –con el huracán Karl- subió dos metros en el Floresta, pero no ha subido todavía el medio metro del nivel del mar, y con la tendencia de cambio climático, con los fenómenos más violentos, a lo mejor para la otra suba tres metros en ese lugar, a lo mejor es ahorita el momento de salirse”.

Sin embargo, prevé que el daño mayor por inundación pueda presentarse en los municipios de Coatzacoalcos y Minatitlán, son terrenos más bajos, más cerca de ríos y tienen mayor frecuencia de huracanes ya ahorita, “ojalá se nos ocurra la manea de sacar a la gente del riesgo”.

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