Zona de Tolerancia
Rodrigo Vidal
La “verdad” no es absoluta. Tiene diferentes caras según las percepciones. El dicho “los niños y los borrachos siempre dicen la verdad” no significa de ninguna manera que todo lo que dicen los niños y los borrachos es verdadero. Más bien, que los borrachos y los niños suelen tener respuestas tan espontáneas como sinceras en la expresión de sus emociones.
Pero hay una diferencia abismal entre la sinceridad inocente del niño y la impertinencia etílica del borracho… hay muchos grados de alcohol de diferencia.
Por lo tanto, no es de extrañar que el tequilero gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, tenga la lengua tan suelta y lo mismo le valga mentar madres (marzo de 2008, durante el XIV Banquete del hambre, cuando anunció la donación de 90 millones de pesos para la construcción del Templo de los Mártires, un templo católico dedicado a los mártires de la Guerra Cristera), o decir “vamos repartiendo un six de cerveza y vamos dando vales para el motel” como respuesta de rechazo a la obligación del Estado para repartir condones entre los jóvenes a través del Consejo Estatal de Jalisco para la Prevención del Sida (agosto de 2007), y el reciente “asquito” que le dan los matrimonios entre personas homosexuales (“Bueno para mí, sí es matrimonio si es un hombre y una mujer, porque qué quieren, uno es a la antigüita, al otro todavía como dicen, no le he perdido el asquito”)
De por si la sociedad sigue polarizada ante el tema de los derechos homosexuales, lésbicos, bisexuales y transexuales (basta ver los comentarios que aparecen debajo de las notas que reprodujeron la declaración del gobernador jaliciense, en el que se reproducen infinidad de calificativos hacia los gays y por el otro, aquellos que defienden las diferencias por motivo de orientación sexual).
Y no se trata, como dicen algunos, de darle demasiada importancia a las “palabras de un borracho”, ni sobredimensionar el comentario, pero sí hacer la observación que las reacciones atizaron más la homofobia presente en muchos sectores del país, comenzando con las autoridades.
Además, no se trata de la primera ocasión que aquel gobernador emite, con aliento a alcohol, comentarios tan desatinados, discriminatorios y cargados de autoritarismo, donde importa él, lo que dice él y lo que hace él, y los demás “que chinguen a su madre”.
Conste que sólo precisamos lo que su etílica boca emitió en lo que va de su gobierno, pero los hechos no hacen sentir más asco: en marzo de 2007, el gobernador contrató a familiares para puestos en su gobierno, uno de ellos fue su hermano Samuel González Márquez para el puesto de gerente de Saneamiento del SIAPA, con un salario de casi 100 mil pesos mensuales. Además, se llevó a su cuñado Eduardo Agredano al Consejo Estatal para el Fomento Deportivo y el Apoyo a la Juventud.
Los 67 millones de pesos que ese mismo año dio a Televisa para realizar Espacio 2007, dinero que desvió del Fondo de desastres, de la partida 4603 de Erogaciones imprevistas. La defensa ciega hacia su procurador de Justicia, Tomás Coronado Olmos, acusado de participar en una red de pederastia y pornografía infantil, más lo que los jalicienses puedan agregar.
Con sus dichos y hechos, Emilio González Márquez dibuja el perfil del político autoritario de principios de siglo pasado gobernando en estos días; virreycito de su propio estado, como muchos otros gobernadores, puede hacer y decir lo que le venga en gana, sin importar las consecuencias, al fin y al cabo tiene la plena seguridad, aunque nos de asquito atestiguarlo, que no será tocado por la justicia.
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