*Aldo E. Tercero
Hace unos pocos años se convocó por parte del Gobierno del Estado a un concurso para hacer un arreglo del himno del Estado de Veracruz, pero por alguna razón se canceló y a los competidores se les regresó el material. Al poco tiempo, seguramente se volvió a convocar en algún lugar -parte no muy visible o a la cual no puse atención- para hacer no un arreglo. Sí, efectivamente, la idea era cambiar el Himno Veracruzano. Como sabemos los ganadores fueron Morosini y Ryzard Zywy con un texto muy sencillo y música sumamente simple y de una calidad muy mala, pero… ¿Porqué?
Como todos sabemos, en nuestro país desde pequeños se nos adoctrina en principios Revolucionarios Franceses, sobre todo a través del “Nacionalismo” del S. XIX que trata de dar unidad ideológica a la Nación. Realmente se cree en nuestro sistema educativo que un himno puede crear una identidad de un país entero a través de la repetición de un texto y una música llamada Himno.... Nuevamente pregunto ¿Por qué?
En la actualidad, nuestro sistema capitalista occidental a través de la manipulación sistematizada, (certificada incluso por las Universidades) crea en el individuo necesidades y gustos que bien pueden ser canciones interpretadas por “Madonna, Shakira y Madame Gaga” pero de autores que no conocemos, y que influyen más en nuestra cultura musical que un Himno Nacional. También los grupos norteños tratan de darle un “toque moderno” a sus canciones agregando sintetizadores para producir “sonidos electrónicos” (pero no saben utilizar este recurso ni en un 10% de su capacidad tecnológica) y afirmando los ritmos de Polka que adoptamos de Europa con teclados importados de Japón y Estados Unidos. Con dichos recursos buscan hacer música nacional pero sin contar al menos con instrumentos de fabricación mexicana.
El espectáculo “Jarocho”, patrocinado por el Gobierno y aparentemente por la Universidad Veracruzana, hace una mezcla de “Sones” estilo “Riverdance” que, por iniciativa y otros creen que por capricho del Exgobernador Miguel Alemán y su gusto al “political show business” (negocio del espectáculo político), logran una mezcla super “Nacionalista Mix”. Ante esto cabe preguntarse ¿cómo lograr una identidad cuando los mismos que nos gobiernan no tienen identidad? ¿Se puede formar una identidad musical y, al mismo tiempo, un nacionalismo con imposición y manipulación?
Sí, efectivamente sabemos que la música produce hormigueo y cosquilleo en nuestro instinto corporal, específicamente en nuestra psíquis y fisiología humana. La música es propia de nuestra naturaleza: tenemos ritmo al caminar, tono y melodía al hablar, y todo nuestro ritmo corporal musical influye en nuestros estados de ánimos. La música es capaz de influirnos en muchos aspectos y puede cambiar modificar nuestro pensamiento; este colonialismo musical se ha utilizado desde la época Prehispánica, pues en la guerra tocaban tambores los mexicas, los españoles tocaban trompetas antes o durante la pelea. En toda la historia de la humanidad se ha abusado de esta naturaleza musical para crear y modificar comportamientos en el individuo.
En la actualidad podemos tener a un gobernador que quiere piratearse la música de un competidor porque tenga alma “Fogosa” y así influir en el elector a través de un “gingle”(palabra que se usa en mercadotecnia para definir una canción repetitiva y corta para que quede pegada a nuestra psique), o hasta un “Stanlin” Marcial que en su política cultural imponía el culto a las manifestaciones de grandes espectáculos, con gente vestida de Rojo, y música imponente entonada por coros igualmente magnánimes.
Desde China antigua la meditación se hace sobre un sonido constante, en nuestra iglesia católica sobre notas por grados consecutivos que llamamos Canto Gregoriano junto con sus responsorios para crear un ambiente de meditación; en contraste Hollywood nos ametralla con su sonido multi-espacial que produce adrenalina, así el metabolismo queda en un estado similar a cuando se consumen drogas, logrando una sensación de placer y de necesidad por volver al cine. Las bandas tocan narcocorridos que nos cuentan la historia de todos los días en ciertas regiones del país que, aunque se quieran esconder, nos recuerdan los relatos de la Época Revolucionaria, y por su mal ejemplo puedan ser vetados por los gobiernos, lo cual confirma el poder de la música.
Finalmente quiero agradecer a los manifestantes que bailaban salsa en la plaza Lerdo y a los que tocaban tambores por permitir a la población y confirmarme a mí que la música es de los lenguajes Universales que más poder tienen y que por su naturaleza subjetiva e inconsciente le pueden dar Unidad al Universo sin palabras.
Después de toda esta música envuelta en un mundo de intereses, negocios y poderes, nos invita a reflexionar que Morosini y Ryzard Zywy no escribieron una música de calidad porque eso no era lo que se buscaba en el himno, sino una finalidad. Palabras sencillas y música sencilla con algo que quede grabado en el inconsciente del Veracruzano no por su calidad, sino por su obviedad y el efectivo martilleo cerebral.
Si se trata de himnos de calidad creo que es tiempo de escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven que contiene un texto que bien ha merecido ser propuesto como himno de varios países, grupos políticos nazis, o representación de eventos masivos como juegos olímpicos. ¿Quién no conoce el himno a la alegría o “An die Freude” Inspirada en textos de Schiller?.
*Lic. Concertista por el Conservatorio
Nacional de Música y Master in Music
por Texas State University. Actualmente
es Académico en el Conservatorio
Nacional de Música y Facultad de
Música de la Universidad Veracruzana.
Ha laborado en INBA, Austin Ballet
y Orquesta Sinfónica de Xalapa,
entre otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario