miércoles, 18 de agosto de 2010

Finocchio

Salvador Muñoz


Los Políticos


¿Les gustaría que los adopten maricones?

Dice un amigo que la palabra no insulta, es el modo y la forma en que se dice.

De joto a puto. De homosexual a gay. Y se le puede rebuscar cantidad de palabras que eufemísticamente llamen “sinónimos” y nunca se acercarían, ni por un pelito, a la correcta: personas, tan iguales a usted como yo.

Sí, de seguro usted dirá: “No soy choto”. Pero igual puede ser un pederasta, un ladrón, un violador, un defraudador, un mentiroso, un adicto, un frustrado, un golpeador de mujeres y lo que usted quiera agregar ¡ah! Pero eso sí, “Heterosexual”, lo que le permite conformar un matrimonio o una sociedad conyugal y a la vez tener hijos.

Al igual que en el heterosexual, en el homosexual pueden caber todas las lacras que hay en la sociedad.

Sí, debe haber homosexuales que perviertan a menores, que roben, que defrauden, que maten y que odien… igual que una “persona normal” como lo quisiera evidenciar el cardenal Sandoval Íñiguez quien califica al homosexual como “maricón”.

Puede ser comprensible (que no compartible) hasta cierto punto su expresión. La Iglesia Católica, como nuestros gobiernos, gustan de mantener a una sociedad ciega, obnubilada e ignorante, a la cual hay que darle esperanza y fe por un lado para evitar que despierte de su letargo o pan y circo, para evitarle malos pensamientos… en sí, Iglesia y Gobierno no dejan su papel de ser opio del pueblo.

Por eso a los sacerdotes se les conoce como pastores, guían a placer ovejas.

II
Desde niños nos educan a demostrar hombría. No lloramos, aun cuando nos hayamos raspado rodillas o codos. Debemos comer chile como muestra de valentía. Nunca rajarnos en los madrazos y si te madreaban, en la casa igual te madreaban porque estaba en juego tu apellido y el honor de la familia. Los besos jamás eran permitidos entre hombres, si acaso al padre se le daba en la mejilla y al sacerdote, en la mano. Cuando jugábamos, era fácil que alguien provocara una estampida al grito de “¡Puto cola!”… así es, nadie quería llegar al final y el que llegaba al final ni era menos hombre y mucho menos puto.

Cargo de conciencia tengo con C., compañero de secundaria que no aguantó las bromas de quien escribe y Martín Alfonso. Le decíamos “Te vamos a violar” y huía despavorido de nosotros que lo correteábamos por toda la escuela. Un día rompió en llanto, justo cuando íbamos a salir de vacaciones decembrinas. Aún no olvido los ojos de Lidia y Marycarmen reprochándonos en silencio nuestra estupidez. “Era una broma”, creo que dije. Pasaron las vacaciones y C. jamás regresó. Supe que se cambió de escuela y nunca le pude pedir perdón.

Por eso decía, puede ser comprensible la discriminación al homosexual y la estupidez, pero no compartible. Cuestión de educación, cultura, costumbres y ausencia sobre todo de sensibilidad.

III
Los matrimonios de homosexuales pueden aspirar a adoptar niños como cualquier heterosexual… es decir, todos somos sujetos a ese derecho, siempre y cuando cumplamos los requisitos que marca la Ley.

¿Qué busca una pareja cuando quiere adoptar a un niño? ¿amarlo o hacerlo hombre/ mujer? Ningún padre, que en su sano juicio esté, sufre las noches pensando si su hijo será heterosexual u homosexual. Adoptivo o Biológico, un padre quiere nada más de su engendro una cosa: Que sea una persona de bien.

IV
Dice la Iglesia que las bodas gay contravienen o rompen el esquema de la familia tradicional… ¿mmm? ¿A cuál se referirá? ¿A la mamá, papá e hijos; a la de mamá e hijos; a la de abuela con nietos; a la de hijo con hermanos; a la del papá con hijos?

Los moldes familiares se han multiplicado.

V
Maricón es una palabra peyorativa, más de quien debiera poner la mejilla. Pero no es la única: Puñal, mariposón, saltapatrás, puto, gay y los que usted quiera están en flor de labios de muchos que reflejan en su voz la intolerancia y la discriminación a algo o alguien que en apariencia, puede ser distinto a uno, pero es igual que usted y que yo… es una persona con los defectos propios del ser humano.

VI
En Italia, les llaman Finocchio (Hinojo en español). En la Inquisición, a quienes acusaban de practicar sodomía (no se les conocía como homosexuales), los cubrían con hojas de hinojo para retardar su agonía en la hoguera. Sin embargo, hay quienes piensan que se refiere a la posición que implica estar en hinojos, es decir, doblado (en actitud pasiva, hablando sexualmente) o hincado (en posición de sexo oral)…

No sé, pero si hay alguien a quien deba llamarse Finocchio es a todos aquellos que creen que lo que dice una Iglesia o un Gobierno es la verdad… es decir, un pueblo que vive de rodillas. Esos sí serían Finocchios.

e-mail: dor00@hotmail.com

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