De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco
Refrán
Rodrigo Vidal
Es curioso, en México hay sectores muy focalizados de la población que pierden la nacionalidad, me refiero a los indigentes, los enfermos mentales y últimamente los que integran las bandas del crimen organizado y los cárteles de la droga (por aquello de que todos los narcos llegaron de otros estados por el llamado “efecto cucaracha”; ninguno es oriundo de la entidad donde delinquen).
Para fines del tema del día, sólo haré referencia a los indigentes y enfermos mentales, comúnmente llamados locos.
No he conocido autoridad municipal alguna en Veracruz, sobre todo de las ciudades grandes y medianas, que reconozca como propio el problema de los enfermos mentales que deambulan por las calles. Para los ediles “esos locos” los vienen a “tirar” de otros municipios, y como Pilatos, con esos argumentos se lavan las manos y le dan la vuelta.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en un documento denominado “Los Derechos Humanos de las Personas con Enfermedades Mentales”, confirma que con frecuencia las personas con problemas de salud mental son objeto de exclusión, rechazo social y discriminación por esta condición, se trata de un grupo “particularmente vulnerable a actos discriminatorios”.
El abandono es uno de ellos, el más común, pero no el único. Antes de seguir, debemos entender que “las enfermedades mentales son la consecuencia de un conglomerado de factores biológicos, psicológicos y sociales, que afectan a cada persona de forma distinta”.
De acuerdo con la psiquiatría “en la aparición de un trastorno mental, influyen e intervienen múltiples factores y causas (factores predisponentes, precipitantes y concomitantes). Muchas de las causas son confusas y un trastorno mental es el resultado de unas circunstancias internas y externas, que alteran el proceso de desarrollo personal”.
Y ojo, de “loco”, todos tenemos algo, quizá más que de músico y poeta. Sino me cree, ahí le va: dentro de los trastornos psiquiátricos graves y crónicos se incluye: la esquizofrenia, psicosis maniaco-depresiva, depresiones graves recurrentes, trastornos paranoides, síndromes cerebro-orgánicos y otras psicosis, así como algunos trastornos de la personalidad, “que dificultan e impiden el desarrollo de las capacidades funcionales en relación a los aspectos básicos de la vida”.
Creer que los enfermos mentales son sólo aquellos que deambulan y viven en las calles, es un error común. Aclarado lo anterior, la irresponsabilidad de las autoridades por no atender los trastornos mentales es otra muestra más, no solamente de la insensibilidad que tienen, también de la falta de prevención para evitar que un problema de salud pública incremente.
La Secretaría de Salud en Veracruz creó hace algunos años los Módulos de Salud Mental, uno por cada Jurisdicción Sanitaria, pero por falta de personal estos no han tenido el impacto necesario y requerido. Para comenzar, pocos reconocemos tener algún trastorno mental, o varios.
Estos módulos deberían atender a aquellos que deambulan en las calles, pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, pues debido a esa falta de personal para operar, se supone que deben contar con el apoyo de las autoridades municipales y de los Sistemas para el Desarrollo Integral de la Familia, pues contrario a lo que se maneja, esos “locos” provienen de una familia, tienen nombre y apellido, y un historial clínico y de vida que puede explicar la condición en la que actualmente se encuentran.
Sin embargo, ni los municipios ni los DIF le entran al asunto, pues nunca son de ellos esas personas, siempre provienen de lugares vecinos o de otros estados.
En Veracruz, como en todo México, los derechos de las personas con enfermedades mentales se violan. ¿Cuáles son? Los mismos que todo ser humano tiene, pero por su condición también deben: recibir la mejor atención disponible en materia de salud mental, ser respetadas de acuerdo con la dignidad inherente a la persona humana, contar con la protección que evite la explotación económica, sexual o de otra índole, el maltrato físico y el trato degradante.
No sufrir discriminación por su condición de enfermo mental, ejercer todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que les permita el ordenamiento nacional; nombrar un representante personal, tener información sobre las normas que lo rigen y del personal que estará a cargo de su atención, si es que ingresa a un hospital.
Gozar de un ambiente seguro, higiénico y humano que garantice condiciones adecuadas de alimentación, habitación, atención médica profesional y espacio seguro; tener acceso a los recursos clínicos, de laboratorio y de gabinete para lograr un diagnóstico certero y oportuno.
Recibir información veraz, concreta y respetuosa; negarse a participar como sujetos de investigación científica, solicitar la revisión médica de su caso, recibir un tratamiento orientado a la reintegración a la vida familiar, laboral y social, por medio de programas de terapia ocupacional, educativa y de rehabilitación psicosocial, y comunicarse libremente con otras personas dentro y fuera del hospital.
Además, la CNDH recuerda que cualquier persona es susceptible de padecer una enfermedad mental, aunque hay grupos que son más vulnerables a este tipo de enfermedades como son quienes se enfrentan a desastres y a conflictos armados, los desplazados, las personas que viven en la pobreza absoluta o grave, quienes están predispuestos a padecer este tipo de alteraciones por razones genéticas, algunas personas con discapacidad física y las que afrontan enfermedades crónicas como el VIH/SIDA.
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