viernes, 27 de agosto de 2010

Posesión y Propiedad

Salvador Muñoz

Los Políticos

Unos amigos me mostraron a un luchador. Casi dos metros de estatura, corpulento, que a cada paso que daba, mostraba una sonrisa de galán pero muy estudiada. La expresión de sus ojos era sobrada así como el movimiento de sus manos.

–¿Quién es?, pregunté.
–Alberto Ríos.

El nombre no me dijo nada pero fue la intención de mi interlocutor, Erwin Bárcenas, para dar paso a otro nombre: El Hijo de Dos Caras.

Quizás si usted no es asiduo a la lucha libre, igual ninguno de los dos nombres le diga nada, pero en mi infancia y gran parte de mi juventud, ¡Dos Caras era Dos Caras!

–¿Y la máscara? ¿La perdió?

Me dijeron que no, que estaba luchando en Estados Unidos y sus promotores cuando lo vieron sin máscara, le sugirieron que tendría mayor éxito sin ella.

–Pero le han de haber puesto un maestro de teatro… ¿no?

La respuesta fue afirmativa. Tuvo quien le enseñó a moverse, a expresarse con las manos, a sonreír y provocar un efecto (catarsis) en el público asistente.

Alberto Ríos prefirió el éxito y perdió su posesión más valiosa: la máscara de Dos Caras hijo para ser parte de un show en Estados Unidos.


II
Me dirigía al trabajo en mi moto cuando en un semáforo en rojo noté la mirada insistente de un tipo que conducía una camioneta…
–¿Es nueva?
–Sí…
–¿Dónde la compraste?
–En “tal tienda”…
–¿Cuánto te costó?
–“Tantitantos”…
–¿Al contado?
–No, en mensualidades…
–¡Ok! ¡Felicidades!

El semáforo se puso en verde y arrancamos cada quien a su destino… metros adelante me percaté de una cosa… mucho interés y mucha información. Sentí miedo de mi posesión.


III
El sujeto de una posesión por lo regular tiene un espíritu de triunfo.

Así, quien posee riqueza, goza de poder; quien posee un carro de lujo, se siente admirado al paso; quien posee un puesto público de importancia, puede ser soberbio… es el efecto de la posesión aunque ello no implique que lo poseído sea de tu propiedad.

Por ejemplo: Los juniors en el carro que les presta Daddy. El puesto público que cualquier funcionario puede perder en cuestión de nada… las caricias de la amante que tienen con base en dinero, pero su corazón jamás será de él…

Es el precio de la posesión y la realidad de la propiedad.


IV
La familia salió en su camioneta. Hijas, esposa y el señor del hogar. Enfilaron hacia el pueblo de él, querían ver a los demás parientes. Todo parecía normal hasta que una camioneta se les cerró y bajaron varios tipos de ella.

Obligaron a descender a todos. A las hijas, a la esposa, al señor.

Un sujeto tomó por la espalda al señor y otro le dio un golpe en el estómago ante la mirada de espanto de sus seres queridos.
–¿De quién es la camioneta?

Y ¡zuku! Recibía el golpe…
–¡Mía, señor! ¡mía!
–¿De quién es la camioneta?

Y ¡zuku! Recibía otro golpe…
–¡Mía, señor! ¡mía!
–¿De quién es la camioneta?

Y ¡zuku! Un golpe más…
–¡Mía, señor! ¡mía!
–¿De quién es la camioneta?

Y la luz iluminó su cabeza:
–¡Suya señor, suya!


V
La posesión en Veracruz es tan relativa como su seguridad o como la máscara de Alberto Ríos… Dos Caras.
–¿En manos de quién está nuestro Estado?
–De ustedes, señor, de ustedes…
–¿De quién es Veracruz?
–De ustedes, señor, de ustedes…

dor00@hotmail.com

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