viernes, 21 de noviembre de 2008

Los niños que se tocan

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal

Estoy convencido que la violación y el asesinato de la niña Esmeralda Gayoso se pudo evitar. Duele que en Veracruz los niños se sigan tocando, se abuse de ellos, se les explote sexual y laboralmente, se ignoren, se les maltrate, se les asesine de la manera más cruel como ocurrió con la menor de 12 años, cuyo cadáver apareció envuelto en bolsas de nylon en la colonia Villa de las Flores de Poza Rica.

Por si mismo el crimen contra un menor es aberrante, abominable, y si le sumamos la saña con la que fue asesinada Esmeralda, el hecho se vuelve incalificable. Por eso duele que en Veracruz los niños sigan siendo víctima de criminales. Duele tanto como la indolencia de las autoridades que les corresponde velar por la integridad, la seguridad, el bienestar en términos generales, de los niños y niñas.

Luego de las dos violaciones de las que fue víctima Esmeralda (noviembre de 2007 y enero de 2008), no se vio a “la fuerza del estado” que saliera “en la defensa de la integridad física y moral de los niños” (frase demagógica dicha por Fidel Herrera, gobernador del estado). Al contrario, “la fuerza del estado” se conformó con consignar sólo a los dos violadores, uno de ellos el padrastro de la niña, y dejó que Esmeralda regresara a las calles.

No creo que alguien les acepte a la agente del Ministerio Público Especializado, Monserrat Castellanos y a la Procuradora de la Defensa del Menor, Verónica Santiago Ramírez, sus argumentos de “no me correspondía avisar al DIF”, “no estábamos enterados”, “no sabía que estaba en la calle como limpiaparabrisas”, “supimos, pero no establecimos contacto con la niña porque corría al ver la camioneta del DIF”, “hicimos operativos pero nunca encontrábamos nada”, “trabajar con niños de la calle no es fácil”.

Nadie con un poco de inteligencia se traga esos pretextos. ¿No tenía el Ministerio Público Especializado la obligación, si no legal, moral de avisar al DIF sobre el caso de una niña que era violada por segunda ocasión y que vivía casi en el abandono, descuidada por su madre? ¿No tenía el Ministerio Público Especializado que procurarle a la víctima de violación la ayuda emocional y psicológica pertinente posterior a las dos violaciones? ¿Qué tampoco leen periódicos en el DIF? ¿Por qué dijo la Procuradora de la Defensa del Menor que no sabía de las violaciones de Esmeralda si en los dos casos la nota fue publicada en los medios? ¿No dan seguimiento en medios a casos de este tipo? Si se enteraron en septiembre y la niña fue asesinada en noviembre ¿dos meses les fueron insuficientes para “hacer contacto”?

Si los menores en la calle identifican los vehículos oficiales, ¿no pueden usar uno que carezca del logotipo? Cuando dicen que “trabajar con niños de la calle no es fácil” ¿debemos entender que “no es fácil”, porque no pueden? ¿siguen experimentando con métodos más viables hasta atinarle a alguno para poder “hacer contacto” aunque esto les lleve tres años?

No quieran abusar de la inteligencia de las personas. Hay una clara indolencia de las autoridades en este caso. En Veracruz los niños se siguen tocando, y en el caso de Esmeralda Gayoso, la fuerza del estado no estuvo para salir en la defensa de su integridad física y moral. Efectivamente, en Veracruz, como lo dijo Fidel Herrera el 12 octubre, no debe haber cabida para “pederastas ni para secuestradores, ni para deleznables delincuentes que atenten contra los niños y las niñas de Veracruz”, pero tampoco debe haber cabida para autoridades insensibles, indolentes, incapaces de defender a un menor.

Muere Anabel Ochoa
Ya a estas alturas estarán enterados de la muerte de la sexóloga Anabel Ochoa (1955-2008). Sin duda lamentable la pérdida de esta mujer que se caracterizó siempre por romper tabues, quitar telarañas, estigmas y prejuicios en torno a la sexualidad humana. Que descanse en paz esta luchadora incansable que en mucho contribuyó a la igualdad de género, combatir la discriminación por orientación sexual y por el derecho a la información sobre sexualidad.

Se llamaba Ygnacio
Francisco I. Madero no era Indalecio, sino Ygnacio, según consta en la fe de bautizo y el acta de nacimiento que se publican en la página del Bicentenario de la Independencia de México, y esto lo dio a conocer el director del Instituto Nacional de Estudios Históricos sobre las Revoluciones Mexicanas, José Manuel Villalpando.

Entonces ¿por qué le decíamos Indalecio?, pues no se sabe el por qué ni quién le gastó esa broma a Madero, lo cierto es que vivíamos en el error, como en muchos otros cuentos de la historia de México.

Comentarios, quejas, sugerencias dirigir a: rodrigovp76@gmail.com

2 comentarios:

PashmiNa dijo...

No me había enterado de la noticia del 2° nombre de Madero; muchas gracias, ya aprendí algo nuevo!

Saludo y buen finde!

Karina Velazquez dijo...

Estoy mega atrasada en tu blog, mucha chamba, pero ahí voy...

Sobre la niña: Ya te había comentado y verdaderamente qué terrible caso... :( La frialdad y el ir a ganar nada más el hueso de las autoridades que no hicieron nada no me sorprende... De verdad que este país la 'justicia' sólo aplica para los ricos y eso a veces... :

Sobre Francisco I. Madero o Y. Madero: Pues el dato ya lo sabía, pero es bueno que lo compartas... :)

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