lunes, 18 de agosto de 2008

Lo out de la In-cultura vial

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal

Si tomamos en sentido estricto la expresión “maneja con las patas”, nos daremos cuenta que no está lejos de expresar una verdad, pues los que manejan un vehículo saben que son de suma importancia e indispensables los pies para enclochar los cambios de velocidad, pisar el acelerador y el freno.

Entonces, todos los que manejan, lo hacen “con las patas”. El problema es con aquellos que pareciera que usan los pies en el volante y las manos en los pedales –quizá para ellos sea la popular frase-, y son ejemplos claros de lo que no debe hacerse al conducir un automóvil.

Aunque, también unas líneas estarán dedicadas a todos aquellos que tampoco saben ser peatones, pero como dice la nana Goya “esa, es otra historia”, y primero lo primero.

Poza Rica presume ser un rancho grande –que no ciudad-, de lo más civilizado y próspero que hay en la zona norte del estado de Veracruz. Sin embargo, no hay turista o visitante de otros estados que no se queje de la forma en que manejan autos –porque conducir es otra cosa más fina-; fama que dejó de ser exclusiva de taxistas.

En el comentario dejaré un poco de lado esa parte que le corresponde a las autoridades en cuanto a infraestructura vial como deficiencias en la señalética, semaforización, que no estén delimitados con pintura los carriles, ni los pasos peatonales, o la corrupción tan sabida y permitida de los agentes de Tránsito del Estado, entre otras cosas más.

Esta vez hablaremos sólo de quienes toman un volante entre sus manos y el poder que sienten al hacerlo, echando por la ventanilla la responsabilidad. Con el regreso a clases el caos vial empeoró y los más bajos instintos motrices despertaron. La prisa por llegar a tiempo, hizo de algunos padres unos verdaderos cafres.

Los taxistas por ganar pasaje querían recogerlo hasta subiendo a las banquetas. Los mototortilleros –que según la ley ya no tendrían razón de ser en Poza Rica-, se atravesaban entre los vehículos. Aquí todos rebasan por donde se les hincha en gana, en cruces con semáforos nadie respeta la línea peatonal, “porque no está pintada” dicen algunos.

Las zonas de “prohibido estacionarse” son áreas de estacionamiento. El carril para transporte público –en el único tramo del boulevard Adolfo Ruiz Cortines designado para eso-, es de todos. Los choferes de taxi y autobuses hacen paradas “donde el cliente se los pida”, y no donde deben.

A menos de 100 metros de la delegación de Tránsito del Estado hay una prohibición para descenso de pasaje que se la pasan por el arco del triunfo. Todos le quieren ganar al semáforo y terminan quedando a mitad del cruce –cuando bien les va-, o si no impactándose contra otro auto, en cualquiera de los dos casos, provocan un tremendo relajo vial.

El claxon, bendito claxon, algunos conductores creen que con el pito harán avanzar a los cinco o diez que tienen adelante. Xalapa, la capital del estado sanciona el uso indiscriminado del claxon, pero aquí es regla general.

Los que se estacionan en doble o triple fila, principalmente en el centro, todo porque no quieren caminar al bajarse del carro. Igual de peor los conductores de autobuses que se estacionan por minutos en áreas de ascenso y descenso de pasaje y generan larga fila detrás de ellos que ocupan hasta dos carriles.

Pocos usan el cinturón de seguridad. Quien tiene celular igual lo usa para mandar mensajes o para hacer y recibir llamadas –claro para eso son-, ¡pero manejando! Están aquellos que se ponen PRENSA –así con letras mayúsculas-, y se estacionan donde quieran, hacen lo que quieran y ni siquiera trabajan en un periódico, no al menos como periodistas que se supone –sólo se supone-, podrían llevar alguna preferencia para cubrir su nota.

Se pasan los altos, mientan madres, gritan, pitan, rebasan, exceden la velocidad, se paran donde sea... así manejan en Poza Rica. Pero los peatones que estén leyendo esto y asienten con la cabeza cada línea, también ponen de su parte para hacer de la vialidad un caos.

Nadie, de los que andan a pie, usa los cruces peatonales. Salen cual ánimas de donde sea. No se fijan en los semáforos al cruzar, por lo tanto lo mismo lo hacen cuando está en rojo, amarillo o verde –con el mismo paso lento y pausado-, diciendo “¡ah, me tiene que esperar!”, seguido de un chasquido de dientes. Piden la parada del transporte público donde le gana la prisa. Caminan debajo de las banquetas, pero sobre todo, por encima de todo, nadie, nadie tiene la culpa y todos los demás son unos... incultos viales.

Comentarios de corro, vuelo y me acelero, dirigirlos a: rodrigovp76@gmail.com

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