jueves, 21 de agosto de 2008

La Zona del recuerdo II

Esta columna es una de mis favoritas... pero perdí el archivo de cuándo la escribí, por ahi viene una referencia. Fue en el cuarto año del Conapred.

¿Tú cómo discriminas?

Por Rodrigo Vidal

La máxima es que todos discriminamos, de alguna u otra manera, conciente o inconsciente (que es peor aún). Discriminamos al indígena, al discapacitado, al homosexual, a la mujer, al obeso, al moreno, al zurdo, a los de religiones distintas a la nuestra, a los pobres, a la sexoservidora, al anciano, al niño, al enfermo de VIH/Sida, a los alumnos, al que tiene ideas políticas distintas, a la empleada doméstica, al albañil, entre otros tantos.

Se discrimina en la casa, en la escuela, en el trabajo, en el parque, en la calle, en los centros de diversión, se discrimina a todas horas. No hay tregua. Siempre se discrimina en México.

El pasado lunes el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación estuvo de fiesta, cumplió cuatro años de su fundación. Una de las pocas cosas aplaudibles de la administración foxista. Eso junto con la Ley para combatir la discriminación.

A cuatro años de distancia, algunas personas notan la diferencia, sobre todo con determinados sectores en determinadas situaciones, pero no es mucho. Por otra parte, hay quienes desconocen hasta de la existencia del Conapred y de la Ley.

Platicando con Karimi Cisneros, presidenta de la Asociación para la Integración de Invidentes y Débiles Visuales de Poza Rica AC (y casi con maestría en el tema de la discriminación), me contó que todo nace desde la familia, es ahí donde comienza la discriminación y en cantidades inimaginables, luego en la escuela y cuando crecen en el trabajo las cosas no cambian. Si es que llegan a tener trabajo.

Lo curioso es que, a pesar de pertenecer a dos sectores que sufren discriminación (es mujer y ciega), ella desconoce la existencia del Conapred, y por lo tanto de sus alcances.

Sí, pero no

Precisamente el Conapred cuenta en su página de Internet con un estudio sobre la discriminación en México, y los datos resultan interesantes, porque por un lado los encuestados reconocen que existe discriminación, señalan cuáles son los que mas padecen de discriminación, identifican cuáles son las formas de discriminar, proponen maneras de solución pero son incapaces de aplicarlas a sí mismos.

Ejemplos, muchos. Uno de ellos ocurre con los ancianos o adultos mayores. El 40.5 por ciento de la población considera que los adultos mayores son los más desprotegidos dentro de la sociedad; están concientes (el 48.2 por ciento), que el sector de mayores de 60 años enfrenta más problemas para conseguir un empleo, sin embargo, apenas el 1.6 por ciento los elegiría como primera opción para contratarlos (entonces, ¿a qué jugamos?), aunque luego, un 53 por ciento responde que si los contrataría para que ayudaran en algunas tareas de casa o del trabajo. El 22 por ciento considera que es en el trabajo la principal violación a los derechos de los adultos mayores.

Es decir, los ancianos son discriminados, reconocemos que sí; enfrentan problemas para encontrar trabajo, sí; pero pensar si quiera en contratarlos, eso sí que no.

Cuando la discriminación es noticia

Esta semana se han presentado casos que ejemplifican los niveles de discriminación y desde dónde se han dado en nuestro país. Comienzo con el caso de César Cruz Benítez, indígena ñhañhu, del estado de Hidalgo, quién no ha podido registrar a su hija desde octubre de 2006, pues el Registro Civil en Tepeji del Río se lo negó, ya que el sistema no reconoce los caracteres del nombre de la menor, que se llama D_oni Zänä, nombre indígena que significa en castellano Flor de Luna. Este asunto tuvo un primer triunfo con la aprobación de un amparo por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que la niña sea registrada con ese nombre. El caso también llegó a la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados.

El Universal puso el dedo sobre el tema de la sexualidad entre personas con Síndrome de Down, a quienes las familias comúnmente limitan y reprimen este derecho (todo porque en su condición las personas Down no tienen, como popularmente se dice, pelos en la lengua para manifestar abiertamente sus deseos sexuales), que de acuerdo con José Luis Carrasco, director de Psicología del Centro de Educación Down, en el Distrito Federal, quien tiene este padecimiento puede gozar plenamente su sexualidad.

En Guerrero fue aprobada una Ley para combatir la discriminación.

Por cierto, una maestra de secundaria, zurda, hizo la observación de que nunca en las renovaciones de mobiliario a institutos educativos del estado se envían pupitres para quienes escriben con la mano izquierda.

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