Zona de Tolerancia
Por Rodrigo Vidal
Antes de abordar algunos aspectos del tema, me gustaría coincidir sobre ¿qué entendemos por juventud? ¿quiénes son –o somos- y quienes no son –o somos- jóvenes? Pues la juventud como un concepto social es tan cambiante como la sociedad misma.
Así que el concepto de juventud es relativo. Basta recordar los tiempos cuando se casaban a los 12, 13 o 14 años –y hoy escuchamos a esas madres o abuelas decir que sus hijas no pueden casarse antes de los 18 porque están muy niñas-, eran los mismos tiempos en que la gente moría entre los 40 y 50 años, por lo tanto no quedaban muchos años para ser joven.
Por eso nos apegaremos a lo que oficialmente define el Instituto Nacional de la Juventud como jóvenes –estemos de acuerdo o no-, entendido como aquellos que tienen entre 15 y 29 años de edad (aunque después de los 30 me aferre a la idea de que, la juventud es actitud, y no un asunto de edades).
Tomando en cuenta esto, de acuerdo con el INEGI, el 27.3 por ciento de la población del país es joven. Quintana Roo es el estado con más población joven, con un 30.8 por ciento; seguido de Chiapas con 29.4 por ciento. Veracruz se encuentra entre los estados con menor población joven del país, apenas un 26.4 por ciento; junto con Sonora y el Distrito Federal, son los que menos jóvenes tienen.
Pero la bella juventud tiene sus días contados, pues se estima que el volumen de la población joven alcance un monto de 29.3 millones en 2010 y seguirá aumentando hasta el año 2015 cuando llegue a su máximo histórico de 29.5 millones; a partir de entonces comenzará a reducir su tamaño, según el análisis del INEGI, México comenzará a envejecer.
Y para los que les gustan los números, tomen en cuenta esto: “en el periodo 2005-2008, la tasa de crecimiento promedio anual de la población total del país es de 0.87 por ciento y se estima que reduzca su crecimiento a 0.8 por ciento para el periodo 2008-2010; mientras que la población joven crece a 0.42 por ciento y se estima que disminuirá a 0.32 por ciento en el periodo 2008-2010. El hecho de que la población joven crezca menos que la población total es uno de los factores fundamentales que se reflejará en el envejecimiento poblacional del país”.
Es decir que los jóvenes se nos van a acabar algún día (no le hace que nos sintamos así hasta los 99 años). Lo más interesante no es sólo saber cuántos son y serán jóvenes, sino ¿cómo se sienten los jóvenes ahora y qué los llevaron a tener la sensación de que nadie los pela?
Los jóvenes en México tienen la percepción –justificada- de sentirse excluidos de la sociedad construida por adultos. La manera en que los adultos prestan o no atención a los puntos de vista de los jóvenes, a sus necesidades o intereses, está impactando de manera negativa en su desarrollo.
El 28.1 por ciento de los jóvenes en México considera que el derecho a expresar sus opiniones no se respeta, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud 2005. “Calla, tú no opines, no te importa, si no sabes no hables, es cosa de adultos, no te metas, estay muy joven para opinar”, son expresiones que aún se oyen hoy en día, y que se usan para hacer menos los comentarios de los jóvenes. Sobre todo que son expresiones que en primer término encuentran en la familia, donde comienzan a limitar el derecho de expresar sus opiniones.
Quizá por eso apenas el 46 por ciento de los jóvenes del país está totalmente satisfecho con su familia, y el 40 por ciento está totalmente satisfechos con sus padres. Si sumamos a este tipo de discriminación, aquella que se ejerce contra los jóvenes que optaron por una apariencia física distinta al modelo tradicional, y pertenecen a uno de los grupos o tribus urbanas (punketos, góticos, darketos, hardcores, emos, skatos, rastas, chavos y chavas banda, cholos, hippies y taggers), el resultado sería más deprimente.
Los espacios para los jóvenes están limitados en su uso a las reglas de los adultos. La estigmatización que sobre ellos se ejerce no es otra cosa que el reflejo de una intolerancia hacia lo diferente, tomando en cuenta que en el contexto de una sociedad donde desaparecen los esquemas tradicionales de familia, pareja, amistad, y se incluyen valores fomentados desde la mercadotecnia, los jóvenes toman o desechan lo que ellos consideran que les pertenece o les estorba.
En el marco del Día Internacional de la Juventud, es quizá necesario detenernos a reflexionar –no mucho tiempo-, y a tomar una actitud de inmediato, en torno a la discriminación que se aplica en los jóvenes, a la violación de sus derechos y a las oportunidades reales que ofrecemos como sociedad para que salgan adelante, con sus diferencias.
Pues dentro de este sector que se siente excluido, se encuentran las minorías jóvenes que sufren de una intolerancia mayor: jóvenes de otras razas o pertenecientes a etnias, que profesan una religión diferente al de la mayoría, que tienen una orientación sexual distinta a la heterosexual, que sufren discapacidad, que tienen características físicas distintas, que sufren obesidad, entre muchas otras.
Bien valdría la pena voltear a ver en nuestras casas qué tipo de jóvenes tenemos conviviendo con nosotros y sobre todo cuál es la situación en la que se encuentran y cómo llegaron hasta ahí. ¿Cómo los tratamos? El 31.8 por ciento considera que no se respeta su derecho a no ser víctima de la violencia, y es la violencia uno de los problemas que más preocupa a los jóvenes, después de las drogas y el alcohol, la falta de trabajo y la falta de dinero.
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