El camino de Alondra

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal

En México, hace muchos años que la familia comenzó a diversificarse. La familia nuclear, “natural” o tradicional, dominada por una figura paterna, sufrió una transformación y dio paso a otros esquemas familiares. Entre estas formas de convivencia familiar aparece la figura del padre o madre, o la pareja, cuya orientación sexual es distinta a la heterosexual, y deciden criar hijos.

De acuerdo con el Conteo de Población y Vivienda de 2005, el 58 por ciento de los hogares en México responde al esquema de familia nuclear. La quinta parte continúa conformada por familias extensas donde conviven varias generaciones y parientes diversos.

El porcentaje que va en franco aumento es el de los hogares compuestos por una diversidad de “arreglos domésticos” como los formados por uno sólo de los progenitores (en su mayoría mujeres), con sus hijos, conocidos como monoparentales; por parejas sin hijos; por una sola persona o unipersonales; por reagrupamientos familiares con los hijos de parejas anteriores; por personas sin parentesco alguno que deciden compartir sus vidas de forma perdurable o co-residentes; y las familias y hogares formados por parejas del mismo sexo o personas cuya orientación no es heterosexual. En conjunto, todas estas familias y formas de convivencia doméstica no tradicionales rebasan ya la cuarta parte del total de los hogares.

Así como existen parejas heterosexuales que deciden no tener hijos, ocurre con parejas del mismo sexo; también existe la parte opuesta: aquellos que desean tener hijos. En el caso de las parejas homosexuales, son las lesbianas quienes llevan delantera. Las mujeres gays tienen la misma capacidad de ser dadoras de vida que las heterosexuales, pueden evitarse el trámite de una adopción, que muchas veces va acompañado de una burocracia conservadora que condena y niega la crianza de un niño a una pareja o persona homosexual.

Algo así ocurrió con Alondra, un transexual que ahora busca recuperar a su hija Rosa Isela, a quien crió desde recién nacida pero que está en manos del Consejo Estatal de la Familia (CEF), de Guadalajara, Jalisco (sí, el estado que tiene un gobernador que gusta de mentar madres a todos los que no les parece lo que hace).

Con el caso de Alondra (Alberto Ávila Vélez), se sentó un precedente en México, pues el 28 de octubre de 2008, la juez séptima de lo familiar, María del Carmen Mejía Tostado, le otorgó la custodia de la niña. Es la primera ocasión que un juez en México otorga la custodia de un menor a un transexual.

Pero pese a la orden judicial, el Consejo Estatal de la Familia de Guadalajara no sólo se negó a entregar a la niña Rosa Isela, sino que la sacó de la Casa Hogar de Niñas Desamparadas, y actualmente la tienen “desaparecida”.

Rosa Isela es hija biológica de la hermana de la ex pareja de Alondra, una joven usuaria de drogas. Su ex pareja fue un albañil del municipio de Tala con quien hizo vida marital durante 10 años.

La madre biológica de Rosa Isela regaló a la recién nacida a Alondra porque no podía cuidarla, y así quedó asentado en un acta levantada en el DIF de Tala. La transexual crió y educó a la niña en Tala y se la llevó a vivir con ella en 2005. Un año después, el Consejo Estatal de la Familia se la arrebató. Además, al esconder a la niña, el Consejo comete un delito penal, pues Alondra cuenta con la custodia legal.

Diversos organismos nacionales e internacionales solicitaron el respeto de la resolución emitida por el juez. Incluso el Partido Socialdemócrata (PSD), presentó ante la Procuraduría General de la República una denuncia por secuestro en contra del CEF. Resulta curioso que un Consejo cuyo objetivo es cuidar a la familia esté atentando contra la creada por Alondra y Rosa Isela, todo por los prejuicios que existen alrededor de las personas que no son heterosexuales.

En México, las familias están cambiando aunque muchos se empeñen en negarlo y eso implique que cometan atropellos e incurran en delitos como lo hacen contra Alondra.

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