Zona de Tolerancia
Por Rodrigo Vidal
Nada nuevo es el doble discurso en la política mexicana. Lo hubo durante muchos sexenios priistas, se mantuvo en estos sexenios panistas, y es el pan de cada día en cada uno de los gobiernos estatales. Decir una cosa y hacer otra es inherente al político mexicano. Quizá sea un asunto de genes.
El Gobierno de México entregó el reconocimiento Ohtli a la “educadora, activista comunitaria y defensora de la salud de los inmigrantes indocumentados en Chicago, la méxico-americana Carmen Velásquez”, durante el Consejo Nacional de La Raza, en Chicago. Ella trabaja con los más necesitados de los barrios bajos de esa ciudad norteamericana.
El gobierno mexicano destacó que Velásquez “ha consagrado la mayor parte de su vida profesional a promover el acceso a servicios de salud de la población inmigrante vulnerable”, según dice la nota publicada ayer en El Universal.
Bien el reconocimiento a una mujer que ha entregado parte de su vida al trabajo comunitario, sobre todo para garantizar el servicio a la salud de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Pero, esto ocurre cuando en el país diversos grupos de Derechos Humanos que operan en los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Hidalgo y Puebla, han manifestado ser víctimas de la represión oficial.
Grupos que trabajan principalmente con comunidades indígenas, quienes son detenidos, enjuiciados y encarcelados sin garantizarles una defensa en su propia lengua, comenzaron a documentar una serie de daños a oficinas e integrantes de las organizaciones.
Se trata, dicen, de una represión de estado, en lugares donde la desigualdad social se acentúa, a la sombra de la presencia militar que aumenta el número de elementos en zonas rurales de esos estados, bajo el argumento de la lucha contra el crimen organizado.
Desapariciones, intimidaciones y hasta asesinatos, ocurren en esas regiones apartadas, no sólo por lo inhóspito del camino o la falta del mismo, sino por la nula difusión y seguimiento mediático a estos casos. Hoy México premia la labor de una mujer hija de inmigrantes mexicanos, defensora de los ilegales en Chicago, pero no es capaz de garantizar el trabajo de las organizaciones de Derechos Humanos independientes en las regiones más pobres del país.
México, campeón
No hago referencia al triunfo de la selección mexicana de fútbol, sino al equipo mexicano de volibol de playa que ganó una medalla de oro en los World Out Games, en Copenhague, Dinamarca. Una especie de olimpiadas para la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e interserxual.
El equipo está conformado por Sinhue y Marco, de la ciudad de México. En el evento deportivo participan más de 6 mil deportistas de todo el mundo, que compiten en 30 disciplinas, quienes fueron nombrados huéspedes distinguidos de la ciudad, junto con los más de 800 activistas que participan desde ayer en el Congreso Internacional LGBT de Derechos Humanos.
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