miércoles, 4 de noviembre de 2009

Crímenes con saña

Zona de Tolerancia

Por Rodrigo Vidal


En la conurbación de Poza Rica, el asesinato se encuentra entre los delitos de menor incidencia, sin embargo, cada vez hay más saña en los crímenes cometidos, una característica de las grandes ciudades que llegó a la región desde hace algunos años.

El caso del pacto suicida que se presentó en esta semana, es el ejemplo más reciente del grado de violencia en los crímenes, a un nivel de locura. Primero asesinó, destazó y empotró a su esposa, para después suicidarse colgado de un árbol. Pero no son los únicos.

Recordemos el caso del joven petrolero asesinado de 42 puñaladas en el interior de un motel. Otros menos recientes, a finales de 2007 un trabajador de la Comisión Federal de Electricidad fue asesinado de un escopetazo en la cabeza, que le voló parte de la cara y cráneo, esto en Papantla; en Cazones un pescador fue asesinado de siete machetazos, de los cuales cinco se los asestaron en la cabeza.

En la colonia Prensa Nacional de Poza Rica, apareció el cadáver incinerado de un hombre, a quien lo mataron de varios machetazos y luego le prendieron fuego, al parecer con la intención de borrar evidencias. Ese mismo año en un camino de Tihuatlán, encontraron a un taxista en la cajuela de su automóvil. El vehículo fue incendiado con el chofer en su interior. Al realizar la necropsia, se detectó que el taxista fue asesinado a navajazos en el cuello.

Aunque las cifras se mantienen bajas, llama la atención la violencia y saña que caracteriza esos asesinatos. Otro de los más cruentos y recordados en esta ciudad, es el de la sexoservidora ocurrido en la calle Dos, de la colonia Cazones, a la que mataron con más de 30 puñaladas.

En el libro “La nueva violencia urbana de América Latina”, el autor, Roberto Briceño-León establece que ésta se da entre las personas pobres de las grandes ciudades. “Es la clase media que sufre la delincuencia, pero, quienes verdaderamente padecen la violencia y, en particular, la violencia más intensa o letal, son los pobres mismos quienes son víctimas y victimarios en este proceso”.

Sin embargo aclaran que la pobreza no es la causa de la violencia, pues en las zonas más pobres de los países latinoamericanos, incluido México, no existen mayores tasas de homicidios, por lo tanto “es el empobrecimiento y la desigualdad, y no la pobreza, lo que origina la violencia urbana que estamos presenciando”, establece el autor.

Es en la formación y educación donde está parte del remedio para este mal, pero sobre todo, que esta desigualdad social se vaya reduciendo.

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(23 de octubre de 2009)

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