Zona de Tolerancia
La maldición del acordeón
Por Rodrigo Vidal
Si tocara en una banda musical, el último instrumento que elegiría sería el acordeón, pues parece estar maldito. Tengo la impresión que todos los acordeonistas terminan pidiendo limosna -al menos no he notado guitarristas, pianistas, bateristas, flautistas, chelistas, mendingando por las calles-.
Es ridículo que las autoridades no noten lo evidente: la operación de personas -delincuentes-, que explotan a otros mediante el jugoso negocio de la limosna. Y que nada hagan por investigarlos y detenerlos, sobre todo cuando son niños los que en su mayoría utilizan.
La mendicidad como forma de hacer negocio, explotando a segundos, adquiere su peor expresión en la explotación infantil. Menores echados a la calle por adultos -que en ocasiones son sus propios padres-, a pedir limosna en actividades tan variadas como denigrantes y peligrosas.
Los niveles de pobreza y desigualdad que se mantienen en el país obligan a los niños a abandonar sus escuelas y casas, para ir a las calles a conseguir dinero, y existen personas que aprovechan esta situación. Concientes de la necesidad de otros, los organizan en grupos que distribuyen en varias ciudades.
Basta con observar cada quincena cómo incrementa la cantidad de personas pidiendo limosna en las calles, cercanos a los bancos o tiendas comerciales. Siempre una madre, con características similares a muchas, cargando a un menor en brazos y con la mano mostrando una receta médica. Otras veces, tocando música con un acordeón.
Veracruz ocupa el cuarto lugar en el país con mayor número de niños que trabajan, después de los estados de Chiapas, Campeche y Puebla, según cifras del censo que publicó el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) en 2004, con apoyo de la UNICEF, pero que no ha actualizado.
Ya el año pasado la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solicitó al INEGI y a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social que realizara un nuevo estudio que mostrara los alcances actuales de la explotación laboral en México.
Las cifras revelan que el 15.7 por ciento de la población infantil en el país lleva a cabo alguna actividad laboral, de los cuáles el 54.7 por ciento hacía trabajo doméstico y el 45.3 por ciento labores de tipo económico en actividades productivas, y uno de cada dos labora en el campo.
En el mundo son más de 200 millones los niños trabajadores, y se calcula que unos 150 millones son víctimas de alguna de las peores formas de explotación como el tráfico de personas, el uso de menores en conflictos armados, esclavitud, explotación sexual y trabajos peligrosos.
En abril, un día antes del Día del Niño, llegó al Congreso del Estado la iniciativa para la Ley de Protección de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes para el estado de Veracruz, que no ha sido aprobada a la fecha.
Pese a que México desde hace casi 20 años, en 1989 participó en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y la ratificó en agosto de 1990, comprometiéndose a adoptar todas las medidas administrativas, jurídicas, legislativas y de cualquier índole, necesarias para cumplir con la Convención.
Pero fue casi once años después de la ratificación de la Convención que en el año 2000 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, reglamentaria del artículo 4º constitucional, cuyo objetivo es el de “garantizar a niñas, niños y adolescentes, la tutela y el respeto de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución”.
Por cierto, los acordeones llegan a costar entre mil 400 y cinco mil pesos, según el modelo y el estado en que se encuentren sin son de uso. Quejas o cometarios limosneros dirigirlos a: rodrigovp76@gmail.com
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